¿Gravar más a las grandes empresas? Pros y contras del impuesto de sociedades progresivo

El Impuesto sobre Sociedades es uno de los tributos más relevantes para la financiación del Estado y, al mismo tiempo, uno de los más debatidos en términos de justicia fiscal. En el centro del debate actual se encuentra la posibilidad de implantar o reforzar un sistema progresivo para este impuesto, en el que las grandes empresas tributen a un tipo más alto que las pymes. ¿Es viable? ¿Cuáles serían sus efectos reales?

En este artículo analizamos los fundamentos del Impuesto sobre Sociedades en España, el debate sobre su progresividad y los argumentos a favor y en contra de aplicar una tributación diferenciada según el tamaño o beneficios de las empresas.


1. ¿Qué es el Impuesto sobre Sociedades?

Es un impuesto directo que grava los beneficios obtenidos por las empresas y demás personas jurídicas residentes en España, así como por los establecimientos permanentes de entidades no residentes.

Su cálculo se basa en:

  • Resultado contable (beneficio neto según las normas del Plan General Contable).

  • Ajustes fiscales (amortizaciones, provisiones, gastos no deducibles).

  • Aplicación del tipo impositivo correspondiente.

2. Tipos impositivos actuales (2025)

Tipo de entidad

Tipo aplicable

Tipo general

25%

Empresas de nueva creación (primeros 2 años con base imponible positiva)

15%

Entidades sin fines lucrativos

10%

Sociedades de inversión (SICAV, SOCIMI)*

1% o exención parcial

*Nota: Algunas estructuras especiales han sido objeto de reformas recientes por su uso en planificación fiscal agresiva.

3. ¿Existe actualmente progresividad?

No. El Impuesto sobre Sociedades en España tiene un tipo fijo del 25% para la mayoría de las empresas, lo que implica una ausencia formal de progresividad en el tipo nominal. Sin embargo, en la práctica, el tipo efectivo pagado por las grandes empresas suele ser inferior debido a:

  • Deducciones por I+D+i, formación, doble imposición, etc.

  • Compensación de bases imponibles negativas de años anteriores.

  • Exención de dividendos y plusvalías de participaciones significativas (régimen madre-filial).

  • Planificación fiscal internacional.

Según datos de la AIReF y la Agencia Tributaria, el tipo efectivo medio de las grandes empresas españolas se sitúa en torno al 19%, frente a un 21–22% de las pymes.


4. ¿Qué implicaría una estructura progresiva?

Un sistema progresivo aplicaría tipos impositivos crecientes en función del beneficio neto de la empresa, por ejemplo:

  • Primeros 100.000 € de beneficio: 20%

  • De 100.001 € a 1.000.000 €: 25%

  • A partir de 1.000.001 €: 30%

Alternativamente, se podría aplicar un suplemento impositivo a grupos empresariales con facturación o beneficios muy elevados, siguiendo el ejemplo del impuesto mínimo global del 15% impulsado por la OCDE para multinacionales.


5. Argumentos a favor de una tributación progresiva

✅ a) Mayor equidad fiscal

Gravar más a quien más gana es un principio fundamental de justicia tributaria. Actualmente, muchas pymes soportan tipos efectivos más altos que grandes corporaciones, lo que rompe el principio de capacidad económica.

✅ b) Aumento de recaudación

Un sistema más justo y con menos beneficios fiscales para grandes empresas podría aumentar los ingresos públicos, sin necesidad de subir impuestos al trabajo o al consumo.

✅ c) Corrección de asimetrías competitivas

Las grandes corporaciones tienen más recursos para realizar ingeniería fiscal. Una mayor carga proporcional podría nivelar el terreno competitivo.

✅ d) Coherencia internacional

Iniciativas como el Pilar 2 de la OCDE buscan que las multinacionales paguen al menos un 15% efectivo de impuestos allá donde operan, evitando la carrera a la baja entre países.


6. Argumentos en contra

❌ a) Riesgo para la inversión

Un tipo más alto podría desincentivar la inversión o empujar a ciertas empresas a trasladar su sede o beneficios a jurisdicciones más favorables.

❌ b) Complejidad adicional

Una estructura progresiva exigiría reformular completamente el impuesto, aumentando los costes de gestión para empresas y Administración.

❌ c) Posible menor competitividad internacional

España compite por atraer inversión con países con tipos bajos y regímenes más flexibles (Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo). Un tipo más alto sin coordinación europea podría restar atractivo.

❌ d) Dificultades para distinguir entre “grandes” y “medianas” empresas

La dimensión de una empresa no siempre refleja su capacidad real de pago. Empresas con ingresos altos pueden tener márgenes reducidos, especialmente en sectores intensivos en costes.


7. Alternativas intermedias

Ante la complejidad de implantar una estructura progresiva pura, se han planteado alternativas más pragmáticas, como:

  • Límites a la aplicación de deducciones fiscales para grandes empresas.

  • Impuestos mínimos efectivos (en línea con los acuerdos de la OCDE).

  • Gravámenes temporales a beneficios extraordinarios (energéticas, banca).

  • Revisión de regímenes especiales que favorecen fiscalmente a ciertos grupos societarios.


Conclusión

El debate sobre una mayor tributación para las grandes empresas está más vigente que nunca. Aunque introducir progresividad en el Impuesto sobre Sociedades plantea retos técnicos y económicos, la percepción de inequidad fiscal es un problema creciente que erosiona la legitimidad del sistema. La solución pasa por equilibrar justicia tributaria, competitividad empresarial y eficiencia recaudatoria, dentro de un marco internacional coordinado.

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