Cómo afecta la inflación al contribuyente y al Estado: guía para entender el fenómeno
La inflación es uno de los conceptos económicos más importantes y, a la vez, más incomprendidos por el público general. Aunque suele presentarse como un dato macroeconómico —un porcentaje que mide la subida de los precios—, lo cierto es que afecta directamente al bolsillo del ciudadano, al funcionamiento de las empresas y a las finanzas del Estado. Comprender cómo opera la inflación y sus efectos es clave para interpretar tanto las políticas fiscales como monetarias.
1. ¿Qué es la inflación y cómo se mide?
La inflación es el aumento sostenido y generalizado de los precios de bienes y servicios en una economía durante un periodo de tiempo. Cuando los precios suben, el poder adquisitivo del dinero disminuye: con la misma cantidad de dinero se pueden comprar menos cosas.
En España, el principal indicador utilizado para medir la inflación es el Índice de Precios de Consumo (IPC), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). También se utiliza el IPC subyacente, que excluye los precios más volátiles como la energía y los alimentos frescos, para analizar la tendencia de fondo.
2. Efectos de la inflación sobre el contribuyente
La inflación impacta de múltiples formas en la economía doméstica, aunque sus efectos dependen de factores como el nivel de renta, el tipo de ingresos y el acceso al crédito.
a) Reducción del poder adquisitivo
El efecto más evidente: si los precios suben y los salarios no lo hacen al mismo ritmo, los hogares pierden capacidad de compra. Esto afecta especialmente a:
Rentas fijas (asalariados, pensionistas).
Ahorros no indexados.
Consumidores con gasto elevado en energía o alimentación (sectores más sensibles a la inflación).
b) Erosión del ahorro
Si la inflación es superior al tipo de interés que ofrecen los productos financieros (cuentas, depósitos, bonos), el valor real del ahorro disminuye con el tiempo. Por ejemplo, si un depósito ofrece un 2% de interés y la inflación es del 4%, el ahorrador está perdiendo poder adquisitivo.
c) Aumento del coste del endeudamiento (en términos reales)
En algunos casos, la inflación puede beneficiar a quienes tienen deudas a tipo fijo, ya que la deuda se “licua” en términos reales. Sin embargo, si la inflación lleva a una subida de tipos de interés, los nuevos préstamos o hipotecas serán más caros, afectando sobre todo a quienes tienen hipotecas a tipo variable o necesitan financiación.
d) Subida indirecta de impuestos
Cuando la inflación no va acompañada de una actualización de los tramos del IRPF (deflactación), se produce el llamado “efecto fiscal de arrastre”. Esto significa que el contribuyente puede pasar a un tramo más alto aunque su poder adquisitivo no haya mejorado, pagando más impuestos de forma no explícita.
3. Efectos de la inflación sobre el Estado
La inflación también impacta directamente en las finanzas públicas y en el comportamiento del Estado como agente económico.
a) Mejora recaudatoria a corto plazo
En un entorno inflacionista, el Estado tiende a recaudar más por impuestos indirectos (como el IVA), ya que estos se calculan sobre precios. También pueden aumentar los ingresos por IRPF y cotizaciones, si no se ajustan los tramos o bases a la inflación.
b) Reducción del valor real de la deuda
Una inflación moderada puede ayudar a reducir la carga real de la deuda pública, siempre que los intereses no suban por encima del crecimiento nominal del PIB. Este fenómeno ha sido históricamente utilizado como una herramienta para “licuar” deuda.
c) Aumento del gasto público
Sin embargo, la inflación también incrementa el coste de la prestación de servicios públicos (sanidad, infraestructuras, energía) y las pensiones, especialmente si están indexadas al IPC. Esto presiona los presupuestos y puede obligar a recortar partidas o aumentar la recaudación.
4. ¿Qué puede hacer el Estado ante la inflación?
La política económica ante la inflación suele combinar herramientas monetarias y fiscales:
El Banco Central Europeo (BCE) puede subir los tipos de interés para enfriar la economía, encareciendo el crédito y desincentivando el consumo.
El Estado puede reducir el gasto público, limitar subvenciones, o ajustar impuestos indirectos para moderar la demanda agregada.
También puede aplicar medidas compensatorias para colectivos vulnerables (cheques, rebajas fiscales, bonificaciones temporales).
Sin embargo, todas estas medidas tienen efectos colaterales y deben aplicarse con precisión, especialmente si la inflación es causada por factores externos (como la energía o la guerra en Ucrania) y no por un sobrecalentamiento interno de la economía.
5. ¿Quién gana y quién pierde con la inflación?
Ganadores:
Deudores con préstamos a tipo fijo, que ven disminuir el valor real de lo que deben.
El Estado (temporalmente) si mejora su recaudación.
Empresas con capacidad de fijar precios y trasladar la inflación a sus productos.
Perdedores:
Ahorristas y rentas fijas.
Consumidores vulnerables o con poco margen de ajuste.
Empresas con costes rígidos o sin capacidad para trasladar el aumento de precios.
Conclusión
La inflación es un fenómeno transversal que afecta tanto a los ciudadanos como al Estado, modificando incentivos, redistribuyendo riqueza y alterando el comportamiento económico. Si bien una inflación moderada puede ser gestionable o incluso útil, niveles altos y persistentes dañan la cohesión social y la estabilidad macroeconómica. Por eso, entender sus causas y consecuencias es esencial para diseñar políticas públicas eficaces y para que los contribuyentes tomen decisiones informadas.